CONOCIENDO A LAS PERSONAS EN LA NEGOCIACION. LOS “EMISARIOS”, intermediarios de las personas toxicas.
Emisarios: algunas personas no se dan cuenta que son usadas por otras para dañar.
El final del problema no siempre suele ser el final del sufrimiento. De hecho, cuando hablamos de relaciones con personas de las denominadas modernamente como tóxicas, esta afirmación se hace más representativa que en ningún otro caso.
Imaginemos que hemos conseguido poner fin a una relación con un perfil tóxico. Puede ser un pariente, un socio, una pareja o un compañero de trabajo, dado que el modo de operación suele ser siempre el mismo.
Pongamos, por ejemplo, que se ha hecho un acopio de valor y se ha conseguido salir del área de influencia de alguien con una particular influencia perniciosa en el relacionamiento con nosotros y generando conflictos constantes. Además, es posible que estemos convencidos que se ha solucionado todo y se ha logrado pacificar las situaciones con la disolución de los vínculos con la o las personas llamadas “toxicas”. En una buena porción de casos, creemos que se ha solucionado, pero, en un conjunto de situaciones aún queda un paso más a resolver que es analizar con cuidado si el vínculo esta efectivamente cortado. La pregunta en este caso es, sobre todo si el conflicto y la relación era con un llamado “perfil abusivo”, pero en varios casos, ¿cree que ese perfil abusivo va a dejarlo “perder” fácilmente?
En esas ocasiones, cuando se produce el alejamiento de un “perfil toxico”, cuando se produce un alejamiento, aun queda una fase final, la que denominamos como la “fase de los emisarios”. Para poder comprender cómo funciona la fase de los emisarios y para poder darle la respuesta correcta debemos hacer un esfuerzo de imaginación para tratar de comprender cómo se siente ese perfil tóxico, abusivo o parásito que nos “acaba de perder”.
Algunos reaccionan haciéndose las víctimas, otros con un ataque de ego o los hay incluso que se hacen los ofendidos. Esta mini fase suele ser relativamente corta ya que rápidamente se dan cuenta de que esa decisión que hemos tomado no tiene vuelta atrás.
Por otro lado, se saben que estamos “fuera del perímetro de tiro”. Ya no llegan. Quizás les hemos bloqueado, quizás no lo hemos hecho, pero ya no nos importan sus mensajes; en cualquier caso, saben que han perdido todo control sobre nosotros. Desesperados – aunque ni lo muestren ni lo asuman nunca – van a jugar su última carta: morir matando.
Y ahí es donde entran en juego los denominados “emisarios”. Los “emisarios” en el fondo son por lo general ingenuos y cándidos que caen en las redes de la manipulación del perfil tóxico. Ese perfil tóxico empezará a hablar mal de nosotros, a devaluarnos y a calumniarnos y para conseguirlo no dudará lo más mínimo en tergiversar la realidad, utilizar a quien esté a su alcance y pueda servir a sus fines o lo que sea. No hay que olvidar que dentro de esta colección tenemos personalidades psicopaticas.
Los emisarios se lo creen – a la vista está que no brillan por su agudeza ni por su criterio, es más ya son elegidos con total premeditación y alevosía – y se erigen como defensores del pobre perfil tóxico que aparentemente tanta está sufriendo por nuestra culpa. Frente a esto, nosotros a lo nuestro. Bloquear. No ingresar a la discusión. Dedicamos nuestra atención a lo que es realmente importante.
Un perfil tóxico no puede soportar que no estemos con él. Además, no se les pasa. Como ha dicho algún psicólogo español: “…oye que vivan. Que disfruten de la vida. Mira que se les abre un mundo repleto de posibilidades y de personas a las que manipular, libros que leer y viajes que realizar”.
Lo interesante para analizar en este caso es: ¿cómo consiguen adeptos y emisarios para su causa? Pues su estrategia preferida es dar pena y presentarse como víctimas sabiendo que siempre hay alguien bastante ingenuo como para defenderle, apiadarse de su sufrimiento e impartir la justicia que cree que merece. Bueno tienen otra estrategia, concretamente consiste en presentarte como un monstruo para que nadie quiera estar contigo y aislarte. Siguen la máxima de si no es para mí, no es para nadie. Si pueden hacerlo de manera pública pues mejor que mejor que así te dejan por los suelos. Pues mira, tranquila, tranquilo, esa agresividad y ese hablar mal de ti en público, sea en las redes o por la calle, es la mejor muestra de que su intención es completamente tóxica. De hecho, si tuvieran una intencionalidad conciliativa tratarían de hablar contigo en privado y con un tono más amigable.
Por sus actos los reconocerás. El que quiere hacer daño lo intenta por todos los medios. Ahí radica la principal característica del perfil tóxico. Además, si es públicamente pues mejor.
En cambio, la persona que ha sufrido a un perfil tóxico es una persona discreta, que no entra en detalles y que no quiere polarizar a nadie en contra de la persona que le ha maltratado. Tan solo vive, trata de lamerse las heridas y se enfoca en construir. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que no pierdas ni un solo segundo en protegerte de los emisarios. Tan solo bloquea, ignora y tú a lo tuyo que seguro que tienes muchas cosas por hacer.
El perfil tóxico insiste. Persigue. Castiga. Y, de nuevo, pone en evidencia su toxicidad para sacar de dudas a aquel que tenga dos dedos de frente.
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